martes, 25 de mayo de 2010

Te respeto, ergo no te compadezco.

Hay un corazón que late dentro de una cuna blanca, impoluta. Para qué engañarnos, no es un corazón libre de pecado. Ella se acerca y le lanza una veintena de clavos, como si lo estuviese adobando de metal. Algunos perforan el órgano, pero no contenta con ello, hace vibrar la cuna. Los clavos resuenan entre ellos, es un ruido especial, el que hace un corazón al destrozarse. Lo que antes era un blanco impoluto ahora es en un rojo brillante. Tendrá que cambiar la funda, eso o comprar una impermeable. No se tiene que notar que alguien se ha desangrado ahí. El olvido no ha de tener colores, los colores traen a la memoria demasiados recuerdos.
Tranquilo, así es normal que uno pierda la inocencia. Pero no te avergüences, eras muy hombre cuando la conociste. Ahora mi prima pequeña te pide para reyes, dicen que no muerdes aunque te toquen mucho los cojones.

Pero no seas negativo, que ella te quiere, sólo tiene un carácter difícil. Sólo confundió tu boca con la del vecino.

A todos los que no se respetan.

4 comentarios:

  1. en algunos actos y palabras de cualquier ser humano

    ResponderEliminar
  2. Pero su raíz? ... es ese miedo y vergüenza de nosotros mismos donde dejamos de respetarnos ...

    ResponderEliminar